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La salud bucodental de los fumadores

Es bien sabido que el tabaco es perjudicial para la salud y que normalmente va asociado a enfermedades cardiovasculares y al cáncer. Sin embargo, el fumador también ha de ser consciente que este hábito perjudica seriamente a su salud bucodental, y no sólo desde el punto de vista estético o mal aliento, sino también a su relación directa con enfermedades bucales de cierta importancia.

Hay que tener en cuenta que la cavidad bucal constituye una puerta de entrada obligada en el organismo y, al efecto nocivo que provocan los productos tóxicos del tabaco, se le une el efecto del calor inducido al fumar. El humo de los cigarrillos está compuesto por unos 4.000 constituyentes que son farmacológicamente tóxicos, mutagénicos y carcinogénicos. Esto hace que los fumadores tengan mayores niveles de bacterias patógenas en el periodonto y presenten una disminución de las defensas de la encía frente al ataque bacteriano u otras enfermedades más graves como el cáncer bucal.

En las personas fumadoras la enfermedad periodontal a menudo puede verse enmascarada ya que hay una ausencia de los síntomas principales: el sangrado de las encías. En estas personas, las encías pueden parecer externamente como no inflamadas a pesar de estar enfermas, aunque es habitual una mayor formación de cálculo o sarro y la aparición de tinciones o manchas.

Por otro lado, contrariamente a lo que se pueda pensar, las nuevas tendencias que suponen el fumar los cigarrillos electrónicos resultan también perjuciales ya que no sólo emiten vapor de agua. Estos “cigarrillos” no contienen los mismos compuestos del cigarro tradicional  como el alquitrán, pero igualmente hacen que aumenten los riesgos de infección, de inflamación, de periodoncia y hasta de cáncer en los tejidos de la boca y de las vías respiratorias producidos por el calentamiento de la glicerina vegetal, del propilenglicol, de los olores y de la nicotina que contienen.

Normalmente se asocia el tabaco con la imposibilidad de realizar implantes dentales a las personas que fuman, dicha afirmación no es cierta pero sí lo es el hecho de que fumar aumenta el riesgo de “rechazo” o no osteointegracion del implante dental, así como, la supervivencia de dicho implante. Tal es así que se suele pedir al paciente que deje de fumar dos semanas antes de iniciar el tratamiento y, si es posible, 8 semanas después de la intervención, ya que favorece que cicatrice bien las heridas e invierte la microflora subgingival, consiguiendo una mayor tasa de aceptación del implante.

Como siempre decimos en nuestra clínica, para hacer una valoración de cada caso es necesario realizar un correcto diagnóstico. Por eso, lo mejor es que te pongas en manos de profesionales que te ofrecerán el tratamiento que mejor adapte a tu caso.

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